Mi gran amigo el esparadrapo

y es que, ¿A quién no le ha pasado?

 

sales a dar una carrerita, y vuelves como si hubieses hecho el amor con Don gato y toda su banda. Que das miedo, vaya. Y lo peor, aparte del escocido general, que te dura una semanita a gusto, es el descojone generalizado de todos los que te ven de semejante guisa. Por no hablar del asquito que, seamos francos, produce. Además, no combina nada con el fosforito.

 

Si, eso rojo que se ve es lo que te imaginas...y duele

Total, que empiezas a tomar medidas. Que si vaselina (que algo funciona, pero se acaba yendo...Menos de las camisetas, de ahí no hay Dios que la saque), que si esta camiseta roza, que si la abuela fuma..Un secreto, todas rozan. Más o menos, pero todas.

 

 Y todo, para que al final se solucione con una simple tira de esparadrapo. Porque, por si no lo sabes, te lo cuento. Es el roce continuo de la camiseta con tu tetilla el que produce esas desagradables heridas. ¿Solución? Dos tiras de esparadrapo bien puestas, y a correr (nunca mejor dicho).

 

 Lo malo es luego al quitárselo, sobre todo si, como es mi caso, dispones de un buen felpudo en el pecho. Pero vamos, asumible, salvo que intentes quitártelo a lo vivo (no me seas animal, aprovecha que te duchas, hombre, que el agua ablanda el pegamento), o uses cinta americana.

 

Por lo demás, aquí vamos, dando guerra y ampliando el kilometraje con la idea de correr un par de medias, como ya amenacé en su momento. Por ahora, 16,5 y subiendo. a ver si llego a 23-24. Por la gracia, que ya sé que la media es menos. Es para irme engañando y un año decidirme a correr el maratón, que, de momento, no hay muchas ganas.