lunes, 10 de febrero de 2014

El Pirata Hojalata (7)- La isla de los monstruos (2)

Y como no podía dejar sin continuación la historia, más hojalata para todos.



El Pirata Hojalata (7)- La isla de los monstruos (2)


Una vez que zarparon, y tras unos días de singladura, pues al ser la isla mágica, podía cambiar de sitio y no la encontraban, arribaron a la isla de los monstruos.
 
Tal y como Jorge les había relatado, era una isla fría, fea y lóbrega, en la que hasta los árboles crecían retorcidos, debido al viento helado del norte que continuamente soplaba por allá. 
 
Tras mucho pensarlo, decidieron desembarcar en una playa en la que desembocaba un río, para que Tiberio pudiese echarles una mano en caso de que hiciera falta. Anclaron el barco en el centro de la playa, y con un chinchorro pequeño se acercaron a la playa.
 
Procurando no hacer mucho ruido, se fueron internando en la misteriosa isla, evitando a los extraños animales monstruosos que la habitaban, pues habían decidido que la mejor estrategia sería atacar directamente a su jefe, el señor de los monstruos, en la esperanza de que, si le vencían, los demás habitantes huyeran espantados.
 
Así, poco a poco se fueron acercando al centro de la isla, de donde surgía una gran pirámide, muy empinada, iluminada con cientos de antorchas y rodeada por muchos monstruos, con un aspecto fiero y aterrador. Pero, los cuatro piratas, dando grandes gritos de guerra, se echaron sobre ellos, y lograron subir a la cima de la pirámide antes de que se repusiesen de la sorpresa, dejando a Tiberio escondido en el agua por si tuviese que rescatarlos.
 
Una vez arriba, entraron en una habitación que había en la cima, y cerraron la puerta, para que no entrara ningún monstruo.
 
-¡Quién osa entrar en mis aposentos! - Exclamó de repente una voz
 
-Y tú, ¿Quién eres? - Respondió Hojalata
 
-Yo... ¡Pero como te atreves, insecto! ¡Tiembla ante el señor de los monstruos! y, diciendo esto, encendió una antorcha y los amigos pudieron contemplar a un monstruo enorme, con cuernos retorcidos de carnero, hocico de buey y grandes colmillos, que venía hacia ellos.
 
Hojalata y Clara, al verlo, miraron a Jorge y dijeron:
 
-¿Este es el bicho que te da miedo?
 
-Si- Contestó Jorge. Pero yendo con vosotros, el caso es que ya no lo tengo. ¡A por él!
 
Y, sin más, los tres amigos cargaron sobre el sorprendido señor de los monstruos, que, al ver la que se le venía encima, y los enormes espadazos que los tres amigos le daban, exclamó
 
-¡Os tenéis que asustar, como osais atacarme!, ¿no sabéis que soy el rey de los monstruos?
 
A lo que los piratas, comprendiendo que se comportaba como un abusón, al que le encantaba asustar a los niños solos, y que en el fondo era un cobarde, encabezados por Jorge, enfadado por los sustos que le había propinado todos estos días, la emprendieron a golpes con él, no parando hasta echarle de la pirámide.
 
Una vez fuera, viendo el monstruo que no podía hacerles frente, empezó a suplicar que le dejaran en paz, pero no dejaron de perseguirle hasta que le echaron de la isla.
 
 -Y ahora ¿Qué hacemos? Dijo Jorge
-Pues… ¿podemos ir a celebrarlo a la isla de los hombre-helado, no? - dijo Clara.
-Siiiiii
 
Y allí dejamos a los cuatro amigos, a la espera de otra de sus grandes aventuras.
 
 

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