Como sé que todos lo estáis esperando (je, je..), ahí va la crónica de mi primera media maratón. En este caso, la Media maratón de Madrid. adjunto el recorrido, y así de paso lo tengo guardadito para épocas venideras. Como ya sabréis, no es una media excesivamente llana, ni asequible, pero es la de mi ciudad, y me hacía ilusión correrla.
Amanecía el día con bastante buena temperatura, pero con una niebla espesísima, que hacía dudar entre si llevar mallas o decidirse por ir con pantalones y camiseta corta. Al final cayeron los pantalones, y menos mal, porque al abrirse la niebla asomó un brillante y cálido día que me hizo sudar la gota gorda...No me quiero imaginar qué hubiese pasado de ir abrigado.
Cogimos el autobús, nos arrimamos al Retiro, y ya a partir de entonces se podía intuir que algo pasaba. Ríos y ríos de gente vestida con las ropas más estrafalarias confluían en el parque, cual horda de descerebrados (y, la verdad, un poquito sí hay que estarlo, para meternos la paliza que nos metimos. con lo bien que se estaba en la cama...). Nosotros en bus, pero, debe ser que por mor de su condición atlética, la gente iba andando. Como si no fueran a trotar bastante luego...
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Integrantes del club mataos dignos de tal nombre |
Pero como decimos que nos gusta esto de sufrir, los dos únicos integrantes del club que no se inventaron excusas baratas, o sea, ojete y un servidor, nos plantamos en la linea de salida dispuestos a batir el record de la prueba (o, en su defecto, zamparnos un buen bocata de calamares al terminar). Al final, ni una cosa ni otra, como veréis.
Una vez que (dicen, porque nosotros no lo oímos) dan la salida, y tras unos 8 minutos de espera, empezamos a trotar, según el gps, casi 700 metros hasta la línea de llegada, y, al pasar el arco, arrancamos por fin, a velocidades estratosféricas rondando los 5:30 el km.
Poco a poco, se va despejando la calle, hasta permitirnos correr decentemente (es decir, a no poder achacar nuestra lentitud a los corredores que iban delante, sino a nuestra falta de fuerzas), hasta que, en el km. 3, un majadero se me cruza y le piso, lo que me ocasiona un ligero esguince con el que tengo que torear el resto de la prueba. Por supuesto, en ese momento la utopía de ir a ritmo con el compañero se va a pique, y me obligo a mantener un ritmo que me mantiene a vista del globo de las 2h, que era en un principio mi objetivo.
Y así, entre un poco de dolor y un mucho de cuesta arriba, llegamos a plaza de Castilla, sita en el km. 9, y, entre que había terreno cuesta abajo y que me engañaba pensando que era la mitad del camino, me convenzo de que puedo llegar al final e intento acelerar un poco. lo cual resulta ser un poco atrevido, visto lo que queda y lo mal que lo pasé, sobre todo desde ahí hasta ver el retiro.
Paso los toboganes de Serrano, y llego a vista del Retiro. Que sí, que me faltan 5-6 km, pero ya está hecho. Vamos, que ya no paro ni aunque tenga que ir a la pata coja todo el camino. Y efectivamente, doy la vuelta, entro en el Retiro y llego a meta. 2:03:22, pero es lo de menos. Una mañana magnífica, he conseguido disfrutar del camino, y mi compi igualmente acabó, por supuesto bastante por delante, en 1:49.
ambiente magnífico, rodeado en todo momento de una legión de corredores (textualmente, lo menos me pasaron 6 grupos de paracas en el camino. Y encima cantando a pleno pulmón). Bueno, a alguno le vi al final tendido en el suelo o andando, se debieron de exceder en los ripios, digo yo..
Lo peor, ver al final un rosario de gente andando, o tumbada en el suelo, pero afortunadamente, parece que nada serio. Lo mejor mi experiencia. Merece la pena. Eso si, cansa. Si tenía alguna intención de hacer el maratón entero, creo que por un par de añitos al menos se me ha quitado.
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Prueba documental gráfica. Obsérvese la medalla |
después, poco que contar. Había tal atranco de gente que fuimos incapaces de darnos el merecido homenaje (Queda postpuesto, que no suspendido). Pero más contentos que unas pascuas, como podréis observar. Con ganas de repetir, lo que ya dice mucho del tema.
por cierto, de la Pedroche, ni rastro...