lunes, 2 de diciembre de 2013

El Pirata Hojalata (2) -La pandilla se reúne


En vista de que no os habéis quejado mucho, y que no tengo mucho que contar de otros temas, os comparto otro pedazo de mi cuento. Que os guste.

 2-La pandilla se reúne


Mira, la primera de las que me acuerdo es la historia de cómo Hojalata se hizo pirata.
Esta mola mucho, porque, curiosamente, fue el mismo día que conoció a sus dos mejores amigos, Jorge y Tiberio.
Un día Hojalata (que en aquel entonces era un chico normal y corriente, no un pirata) se levantó como todos los días... con sueñito y ganas de remolonear, pero se dijo “no, hoy tiene que ser un día especial”, y, efectivamente, vaya si lo fue.
En primer lugar, Hojalata decidió que quería ser pirata, y luchar con los piratas malos, y esconder tesoros, y, dicho y hecho, se puso una camisa a rayas que encontró en un desván de la casa en que vivía (en la parte de la isla que siempre estaba nublada), cortó unos pantalones viejos que tenía, un cinturón con una vieja espada de cartón,  se puso sus zapatillas, y salió sin más en busca de aventuras.
Como no tenía prisa, decidió ir bordeando la costa, porque le gustaba mucho oír el mar. Además – Razonó – si quiero ser pirata, tengo que ver el mar, porque todos los piratas de los que he oído hablar, viven allá.
Así pues, ni corto ni perezoso, empezó a andar, silbando una cancioncilla.
Al cabo de un ratito, dejó de silbar, y se puso a dar saltos muy contento:  ”un barco, un barco”. Y es que Hojalata estaba contemplando un barco precioso, amarillo y verde, que brillaba a la luz del sol
¿Qué cómo había ido a parar allá? ¡Quién sabe! Ya os dije que la isla era un poco mágica, ¿no? Quizá es que, viendo que su dueño quería ser pirata, decidió que, para ser un pirata de verdad, necesitaba un barco, y con las mismas, se lo fabricó. O eso es lo que Hojalata se pensó.

Fue corriendo hacia el barco, pero justo cuando estaba a punto de entrar en el agua…Zas! Apareció un enorme tiburón, con unos dientes afiladísimos, que le pegó un susto tremendo. Uf! Os podéis imaginar la cara que se le quedó al niño al ver esos dientes tan enormes, y esa bocaza abierta, pero, como Hojalata había decidido ser un gran pirata, y los piratas tienen que ser audaces y valientes, decidió plantar cara al tiburón, y le dijo:
-Ven aquí, tiburonzuelo, que te vas a enterar por darme un susto
El tiburón Tiberio, un poco enfadado, por la amenaza que había proferido Hojalata, se levantó en el agua, y le dijo desde arriba:
-Oye, chaval, que yo no te he hecho nada, pero si lo que quieres es pelea…¡La vas a tener! Y sin más, corrió hacia el haciendo un gran ruido.
Sin embargo, Hojalata se dio cuenta de que el tiburón tenía razón, y que él se había asustado y se iban a pelear sin que  le hubieran hecho nada, y dijo:
-Jo, tienes razón, perdona… es que no estoy acostumbrado a que los tiburones sean amables, normalmente siempre tienen ganas de morder.
Oyendo esto, Tiberio, que tenía buen corazón, paró en seco la carrera y le dijo:
-No te preocupes, es normal, casi siempre me pasa, y luego tengo que acabar comiéndome a la gente, con lo indigestos que son. No te digo más que casi siempre acabo con dolor de tripa…como no tengo manos, me los tengo que comer enteros, con espadas y todo.

Hojalata que escuchó aquello, se quedó pensando, y le dijo
-Oye, como yo he decidido ser pirata, tengo que tener una tripulación que me ayude a asaltar el barco de los malos, y rescatar princesas y todo. ¿Quieres venir conmigo?
-¡Vale! Dijo Tiberio – Pero siempre que me toque parte del botín, y que pueda esconder contigo los tesoros. – Me llamo Tiberio, por cierto, ¿y tú?

-Yo, Hojalata

-¿capitán Hojalata, entonces?
-Nah! Dijo este, - Porque entonces te tendría que llamar grumete, o algo, y sería un engorro cuando estemos jugando a otra cosa. Hojalata a secas.

Y, sin más, se subieron los dos al barco…bueno, Hojalata se subió y Tiberio se dispuso a seguirle, porque, como era un tiburón, no podía vivir fuera del agua. Pero justo cuando iba a poner un pie en la escala que llevava al puente de mando una voz gritó:
-NI UN PASO MÁS
Imagínate, del susto se cayó de culo en la playa, y se mojó todos los pantalones. Una cosa es ser valiente, y otra que te griten cuando vas a subir a una nave, ¿no?
En fin, después del remojón, se levantó corriendo, y fijándose en el barco, vio que encima del mismo había un niño pequeño, que le miraba con cara de enfadado.
-¿Quién eres tú? Dijo Hojalata
-Pues el dueño del barco, quien va a ser, ¿y tú?
-Soy el pirata Hojalata, dijo el mismo, sacando pecho y enseñando al niño la espada y la bandera pirata que llevaba.
-¡Ejem!
-Bueno, sí,…y este es Tiberio, dijo Hojalata, pues el tiburón se estaba enfadando, porque a él no le presentaba nadie.
-¿Y por qué estabas subiendo a mi barco? Dijo el niño
-Pues porque creía que estaba abandonado, y como soy pirata, pues necesitaba un barco, y eso…
-Pues como verás no está abandonado, porque lo he traído yo, ¡o sea que aire! Dijo el niño.
-Bueno, vale, perdona, tampoco es para ponerse así, y ya Hojalata estaba dándose la vuelta cuando Tiberio dijo:
-Oye, ¿y por qué no jugamos todos con el barco? ¿No quieres ser pirata tú también?
-Pues la verdad es que no me importaría, dijo el niño. He llegado hace un ratito a esta isla, y me estaba aburriendo de estar solo.
-Todo arreglado, entonces. Yo soy Hojalata, y este es el tiburón Tiberio. ¿Tú cómo te llamas?
-yo, Jorge. Subid, ahora que somos amigos, podemos jugar todos juntos.
Bueno, y esta es la historia de cómo se conocieron los tres piratas más famosos de todo el mar de los sueños. Espero que te haya gustado, pues tú mismo me la has contado.

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