Pues
nada, llegas a casa a eso de las ocho, después de pasarte el día pateando
Madrid, y te tumbas en el sofá. En ese momento pasa una tromba de dos años
pisándote por todos los lados sensibles de tu cuerpo, diciendo que quiere jugar
contigo. Adiós sofá (y tú encantado).
Pero es
que, para colmo de males, hoy es lunes. Bueno, ya llegará el viernes, me dirás.
No, no, si ese no es el problema. Hoy es día de correr. Has quedado con los
socios, y, después de estarles todo el día abrasándoles a mensajitos, no es
plan de rilarse, por mucho que te apetezca quedarte tranquilo en tu rincón.
Hala,
vístete. Ya sabes que la pereza se va en
cuanto empiezas a patearte el parque. Total, para ver Bob Esponja, casi mejor
sudas un rato, ¿no? A ver si hoy eres capaz de aguantarles una vuelta más el
ritmo. Así, al principio de la carrera no parece tan difícil. Si no fuese
porque los muy mamones van in crescendo…yo creo que lo hacen por joder. Te ven
la cara, observan cómo vas tirando, en la esperanza de dejarles hoy atrás, y
cuando te ven madurito empiezan ellos a tensar la soga. ¡Si cuando tú esprintas
ellos se ríen! Cabrones…
Total,
te pones el pulsómetro, el reloj, los cascos, y sales a correr. ¡Coño! Las zapatillas!.
Si es que algo se te tiene que olvidar siempre, que pareces robocop. ¿Pues no
era que lo del correr era sencillo?
Venga, ¿estamos
todos? ¿Si? Pues hala, vamos a empezar. Un ratejo de calentamiento (Para ellos,
tú vas sudando ya), y a lanzarse a dar vueltas.
- Pero
si no puedes ir deprisa, ¿Por qué te pones delante a tirar?
-Nos ha
jodido, porque si no, los otros aceleran más. Esto es pura estrategia, tío.
El caso
es que llevas cinco kilómetros y empiezas a hacer la goma. Menos mal que es un deporte no competitivo. Lástima que seas incapaz de tomártelo así, tienes que ganar (o intentarlo) hasta jugando a las chapas. Deformación profesional.
-
Venga, hombre, que aún queda la mitad
-Ya,
pero es que…
-Ni es
que ni esco ... corre.
Y así, a duras penas llegas al portal. Cansado, pero contento. Otro día más en la brecha. Entras en casa, te duchas, y, cuando te metes en la cama, escuchas
Y así, a duras penas llegas al portal. Cansado, pero contento. Otro día más en la brecha. Entras en casa, te duchas, y, cuando te metes en la cama, escuchas
-Papá,
quiero un cuento
-Voy,
hijo, voy….
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