Practicar
nuestro deporte favorito sería mucho más sencillo si lo fuese las 24 horas del
día.
Me
explico:
Siempre
estás deseando correr, salvo en un intervalo de unos quince minutos, que son
siempre los previos a tu salida programada. No sé, será cuestión de poco
habituamiento, pero el caso es que cuando estás calzándote los trastos, te
entra una pereza que no es ni medio normal. Es un poco lo que ocurre en las
competiciones de otro tipo de deportes que he practicado. Apetecen, pero, justo
cuando vas a empezar, se quitan las ganas. Aunque en este caso no es pereza,
sino nervios.
Deseas salir al parque cuando estás trabajando, cuando estás de paseo y cuando estás comiendo. En todo momento (o casi todo, que afortunadamente, en esta vida hay cosas mejores que moler arena con tus zapatillas). En casi todo momento menos cuando toca.
Deseas salir al parque cuando estás trabajando, cuando estás de paseo y cuando estás comiendo. En todo momento (o casi todo, que afortunadamente, en esta vida hay cosas mejores que moler arena con tus zapatillas). En casi todo momento menos cuando toca.
O lo
mismo me pasa a mí solo, no sé. En ese caso, si esto no te afecta sáltate el
post. Tú estás vacunado ya. Si no es así, os trato de dar mi receta.
Imagino
que cada cual tendrá la suya, pero lo que es a mí, solamente me funciona esto:
O bien he quedado con gente, y uno es de natural educado y no le gusta quedar
mal…o bien te picas. Con ellos o contigo mismo, da igual. El caso es que tu nivel
de competitividad supere la pereza. Total, cuando ya hayas salido y la
competitividad se rinda al cansancio, la pereza hace tiempo que se habrá
esfumado.
Y si
sales tú solo…pues aprovecha y adelanta la salida, y ese mal rato que te
ahorras. Cuanto menos se piense, mejor.
El caso
es obviar esos quince minutillos de pereza, y dar los tres primeros pasos. Que
luego se disfruta, hombre.
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